El silencio en nuestras vidas

Escucha Israel

L eemos en nuestras Constituciones no 6: “Nuestra vocaciónse caracteriza por el lugar central que se le da a la Palabra deDios en nuestras vidas…Estamos llamadas a guardar la Palabra en nuestros corazones, ameditarla, a estudiarla, a compartirla, a vivirla.” En la Biblia, encontramos llamados al silencio para escuchar alSeñor:

“Que calle ante el Señor todo ser vivoporque sale de su santa morada…” (Zac 2,17)

“Silencio, tierra entera ante él!” (Hab 2,20)

“Cuando un silencio apacible lo envolvía todo, y la nochllegaba a la mitad de su carrera, tu omnipotente palabra se lanzódesde el cielo, desde tu trono de rey” (Sab 18,14-15)

Como el pueblo judío, el pueblo cristiano escucha la Palabra de Dios. ¿Y cómo escucharla sino en el silencio?

En la parte de las Constituciones propia a la vida contemplativa, leemos: “El silencio y la clausura sonindispensables para permitir a las hermanas responder al llamado que las orienta hacia Dios de manerapermanente.” (no 12c).

Nuestro silencio será pues una escucha de la Palabra de Dios y una meditación constante en pos de la VirgenMaría que “guardaba todas esas cosas en su corazón” y, al mismo tiempo, una respuesta a ese Dios que noshabla en la oración.

Cómo vivir esa escucha y ese silencio cotidianamente?

Es uno de los fundamentos de nuestra vida. Es un espacio en nosotras, el más auténtico, que discretamente nos habita… ¡Tratar de frenar nuestro pequeño cinematógrafo interior!!!

En el mundo de hoy, trepidante, a menudo preocupado con lo inmediato, ¿cómo dejarnos alcanzar? Tratar detomar distancia, no dejarse invadir… Por ejemplo, en comunidad, no querer contar inmediatamente la últimanoticia… Tratar de crear un clima de silencio, no conversar en las idas y venidas, en las escaleras… Tratar dehablar en voz baja… (¡lo que resulta difícil dado la sordera propia de nuestras edades!) y respetar el silencio denuestras hermanas.

El Papa Francisco nos recuerda a menudo el silencio cuando nos dice: nada de palabrerías, nada de habladuríastan destructoras.

En nuestro proyecto de vida, escribimos: “hablar unas con las otras en lugar de hablar unas de otras”.

bartres_poneys_dans_la_neigePensemos también en la carta de Santiago: “…Si alguno no cae en falta al hablar, ése es varón perfecto…” “Con la lengua bendecimos al Señor y Padre, y con ella maldecimos a los hombres hechos a semejanza de Dios” (San 3,2.9).

El silencio no puede ser sino fuente de paz y alegría, a la escucha de Dios que habla a nuestro corazón. Si nuestras casas se llaman la “Solitude” es para que cada hermana viva en su corazón sola con Dios…En Sión, el Padre María nos transmite esa gracia del silencio:

«Ella nada me dijo pero yo todo lo comprendí»

Sor Claire Elisabeth Catier y Sor Jean François Veillet Lavallée


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