y el rey se prendará de tu hermosura.

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El Concilio subraya que la Madre de Dios es ya el cumplimiento escatológico de la Iglesia: « La Iglesia ha alcanzado en la Santísima Virgen la perfección, en virtud de la cual no tiene mancha ni arruga (cf. Ef 5, 27) » y al mismo tiempo que « los fieles luchan todavía por crecer en santidad, venciendo enteramente al pecado, y por eso levantan sus ojos a María, que resplandece como modelo de virtudes para toda la comunidad de los elegidos ». La peregrinación de la fe ya no pertenece a la Madre del Hijo de Dios; glorificada junto al Hijo en los cielos, María ha superado ya el umbral entre la fe y la visión « cara a cara » (1 Cor 13, 12). Al mismo tiempo, sin embargo, en este cumplimiento escatológico no deja de ser la « Estrella del mar » (Maris Stella) para todos los que aún siguen el camino de la fe. Si alzan los ojos hacia ella en los diversos lugares de la existencia terrena lo hacen porque ella « dio a luz al Hijo, a quien Dios constituyó primogénito entre muchos hermanos (cf. Rom 8, 29) », y también porque a la « generación y educación » de estos hermanos y hermanas « coopera con amor materno ».

JUAN PABLO II (CARTA ENCÍCLICA REDEMPTORIS MATER SOBRE LA BIENAVENTURADA VIRGEN MARÍA EN LA VIDA DE LA IGLESIA PEREGRINA REDEMPTORIS MATER)

 


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